ISSN-e: 2745-1380

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Autocuidado, pilar de sistemas sanitarios sostenibles en países emergentes

En el marco de la 75ª Asamblea Mundial de la Salud de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Federación Mundial del Autocuidado (GSCF, por sus siglas en inglés) presentó el estudio Valor social y económico del autocuidado a nivel mundial. Algunos de los datos más destacados de la investigación, realizada en 18 países de cuatro continentes, indican que el autocuidado puede suponer un ahorro de casi USD 120.000 millonesal año para los sistemas sanitarios mundiales y de 40.800 millones de días productivos tanto para los profesionales de la salud como para las personas, así como una ganancia de 22 millones de años de vida ajustados por calidad o QALY. Las cifras son impresionantes y apuntan a un cambio urgente en las políticas sanitarias. Pero, ¿qué es exactamente el autocuidado?

Según la OMS, el autocuidado es «la capacidad de los individuos, las familias y las comunidades para promover y mantener su propia salud, prevenir o hacerle frente a la enfermedad o a la discapacidad, con o sin el apoyo de un trabajador sanitario».

Para que los individuos puedan poner en práctica el autocuidado deben tener la capacidad de acceder, procesar y comprender información elemental sobre salud, así como disponer de servicios básicos sanitarios para tomar decisiones adecuadas sobre su estado de salud. Además, requieren la adopción de hábitos saludables, como hacer ejercicio con regularidad y llevar una dieta nutritiva.Por último, el concepto de autocuidado también incluye el uso racional y responsable de productos, servicios, diagnósticos y medicamentos.

Esta práctica debería ser más importante que nunca luego del golpe recibido por los sistemas sanitarios por la pandemia de COVID-19, especialmente en regiones en desarrollo como América Latina. Sin embargo, un estudio de la Asociación Latinoamericana de Autocuidado (ILAR) sobre el impacto de la pandemia en el autocuidado reveló una alarmante realidad: el 52 % de los participantes de la encuesta no considera tener el nivel de conocimiento adecuado para tomar acciones de autocuidado con confianza.

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Existen reguladores de políticas públicas que han puesto en marcha iniciativas sanitarias para cambiar esta realidad. Algunos proyectos se centran en programas de alfabetización sanitaria que se implementan desde los primeros años de estudio. Por ejemplo, en Reino Unido se integra el concepto de autocuidado en el plan nacional obligatorio de estudios de las escuelas y, desde 2020, dicho plan incluye lecciones sobre educación sanitaria y económica, así como educación sexual y relaciones interpersonales, con temáticas como técnicas sencillas de autocuidado, nutrición, higiene personal, prevención de problemas de salud, bienestar y primeros auxilios básicos.

Por su parte, Alemania ha trabajado en la digitalización de la asistencia sanitaria, que es una herramienta clave para aumentar la accesibilidad al autocuidado. En 2019, el Gobierno Federal aprobó la Ley de Sanidad Digital, que permitió desarrollar apps dirigidas a pacientes, que facilitan el acceso a, por ejemplo, recetas médicas.

En el caso de Colombia, en el nuevo Plan Decenal de Salud Pública 2022-2031 se planteó como meta que para 2031 el 100 % de los programas integrales de atención incorporarán acciones que promuevan el autocuidado en salud. Un aspecto para destacar es que se deberán formular acciones con impacto para toda la población considerando temas como curso de vida, género, etnicidad, así como discapacidad, víctimas y migrantes, y contextos de vulnerabilidad.

A pesar del aumento de los casos de éxito en todo el mundo, todavía se puede hacer mucho para que las políticas de autocuidado sean una parte central en la recuperación de los sistemas sanitarios de los mercados emergentes tras la pandemia, y para un mejor cuidado en salud para las poblaciones. Se reconocen tres enfoques principales para incorporar el autocuidado en la elaboración de políticas públicas en el sector sanitario:

  1. Los gobiernos deben tener una estrategia a largo plazo para implementar una cultura de autocuidado en sus políticas, dando tiempo suficiente para que los reguladores, profesionales sanitarios y la sociedad adopten estos conceptos en sus rutinas diarias.
  2. La educación en salud debe ser parte de la formación obligatoria del ciudadano, y las escuelas son lugares propicios para iniciar un cambio cultural hacia una población mejor informada.
  3. La digitalización de la asistencia sanitaria es clave para ampliar el acceso a la misma en un mundo cada vez más conectado, especialmente teniendo en cuenta las lecciones aprendidas durante la pandemia por COVID-19.
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Con este enfoque, los mercados emergentes pueden contribuir a que algunos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas se alcancen a un ritmo más acelerado, dando lugar a sistemas sanitarios más sostenibles y equitativos mediante la incorporación de estrategias de autocuidado.

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