El COVID-19 ha representado a lo largo de este primer año de pandemia un fenómeno biológico, con efectos catastróficos en todos los entornos. Muestra de ello, en el sector salud, podemos evidenciar que las cifras de donación y trasplantes de órganos en el mundo han disminuido sustancialmente debido a la falta de donantes vivos y cadavéricos. Recordemos que en Colombia la donación de órganos es un mecanismo en la atención médica, direccionado al tratamiento de insuficiencias orgánicas terminales, que en algunos casos resulta ser la única solución para salvaguardar el bienestar y mejorar la calidad de vida de un paciente con falla irreversible en un órgano vital.
En la actualidad el mundo lucha contra una pandemia sin precedentes, que requiere total atención, pero al mismo tiempo continúan existiendo las complicaciones asociadas a las demás enfermedades, incluyendo patologías crónicas, situación que ha puesto en jaque la capacidad asistencial en las instituciones de salud y los centros de trasplante, donde el talento humano en salud debe duplicar sus esfuerzos y velar por la vida de un paciente en espera de trasplante, en paralelo con un paciente COVID-19.
En países como Colombia la escasez de órganos para trasplante representa una problemática de salud pública, porque el número de personas en lista de espera aumenta desproporcionadamente, en relación con el número disponible de órganos (riñones, corazón, hígado, páncreas, intestinos, pulmones), tejidos (córneas, globos oculares, huesos, piel y médula) y capacidad asistencial. Según cifras oficiales del Instituto Nacional de Salud (INS), con corte a junio del 2020, el número de donantes de órganos bajo el protocolo de muerte encefálica tuvo una disminución del 47 % en relación con el primer semestre de 2019, cuando se realizaron 207 trasplantes vs. 109 en 2020. El Valle fue el departamento más afectado por la pandemia en intervenciones de trasplante, con una reducción de procedimientos hasta del 55 % en el primer semestre de 2020.
Ahora bien, para hablar un poco más en profundidad sobre los impactos de la pandemia en esta problemática de salud pública, InfoSCARE entrevistó al doctor Diego Zuluaga, médico, anestesiólogo cardiovascular, con una amplia trayectoria y entrenamiento en trasplantes, quien además es el coordinador del Comité de Medicina Transfusional y Trasplantes de la Sociedad Colombiana de Anestesiología y Reanimación (S.C.A.R.E.).
InfoSCARE: ¿La pandemia por COVID-19 impactó la disminución de donación de órganos?
Diego Zuluaga: La pandemia en definitiva disminuyó el número de donantes de órganos e impactó el sistema de manera negativa. Entre las principales razones por la cuales en este momento se da el cese parcial de trasplantes se encuentran: (1) Demora en los trámites: esta es la razón más frecuente por la que los familiares de un paciente con muerte cerebral se oponen a realizar la gestión para la donación; además de los tiempos de espera habitual, en contexto de covid, para que un paciente sea aceptado como transmisor se requiere prueba SARS-CoV-2 negativa previa a la extracción, agravante que aumenta los tiempos de espera y desencadena la objeción y deserción de la familia al proceso, en aras de tener con premura el cuerpo. (2) Escasez de camas en unidades de cuidado intensivo UCI y falta de carga asistencial en el manejo de pacientes óptimos para donación: el talento humano en salud en épocas de pandemia se encuentra saturado y los recursos humanos y técnicos deben ser priorizados para la atención médica de pacientes vivos o con posibilidades de sobrevivir, por lo cual no hay espacio suficiente para el cuidado de donantes. (3) El estado de ánimo de las personas es volátil: los familiares de los pacientes no quieren que su allegado permanezca mucho tiempo en una UCI, y prefieren terminar con la “agonía” lo más pronto posible; además, temen contagiarse del virus en la espera del cuerpo.
No obstante, es pertinente recordar que la donación de órganos es el acto humano más solidario, altruista y desinteresado que puede realizar un ser humano, es un acto social y de servicio a los demás, en el que una situación de pérdida se convierte en la inmortalización de un allegado, dando vida a raíz de la muerte.
InfoSCARE: ¿Cómo afecta el brote de COVID-19 los centros de trasplante?
DZ: En este contexto de pandemia es pertinente afirmar que los centros de trasplante se han visto altamente afectados, debido a que los procedimientos quirúrgicos se encuentran limitados, al igual que el número de donantes —ya sea por la presencia de COVID-19 en los pacientes cadavéricos o miedo de los donantes vivos a contagiarse—; es decir, que al no haber insumos para trasplantar a las personas que están en lista de espera, con el pasar del tiempo estas aumentan progresivamente y en ese lapso las consecuencias para los pacientes pueden ir desde un deterioro de la patología hasta el fallecimiento del mismo antes de una intervención oportuna.
Según datos de la Fundación Cardioinfantil, en la actualidad más de 2.500 personas en Colombia requieren un trasplante para seguir viviendo o mejorar su calidad de vida; de ese tanto, se estima que el 20 % de pacientes pueden fallecer a la espera de un órgano.
InfoSCARE: ¿Se pueden trasplantar los órganos de una persona que haya fallecido por COVID-19 o que ya lo haya superado?
DZ: En 2020 Colombia cubrió únicamente el 26,3 % de los requerimientos de las personas que estaban a la espera de un órgano vital, y en lo que va corrido de 2021 esta situación no parece mejorar a pasos agigantados como se espera, pues no se puede trasplantar el órgano de una persona que haya fallecido a causa del COVID-19, primero, porque es portador del virus y puede transmitir la enfermedad al receptor, cuyo sistema inmunológico está afectado por la patología prexistente y segundo, porque es recurrente encontrar en las autopsias que los órganos de las personas que fallecieron a causa del COVID-19 ya no son aptos para donación, puesto que las secuelas del virus disminuyen su funcionalidad. Ahora bien, si una persona tuvo COVID-19 y ya se recuperó del proceso infeccioso, puede donar un órgano, cuando se le realicen pruebas clínicas que demuestren las óptimas condiciones del remitente.
InfoSCARE: ¿Los pacientes trasplantados tienen mayor riesgo de contraer COVID-19?
DZ: La respuesta es sí y no. A la fecha no se cuenta con evidencia científica que compruebe que la infección por COVID-19 es más grave en pacientes trasplantados; sin embargo, no es un secreto que dichos pacientes cuentan con un sistema inmunitario más débil que una persona sin comorbilidades o enfermedades de base, a raíz de la enfermedad claramente y como consecuencia, también, del suministro de medicamentos inmunosupresores postintervención.
Recordemos que los inmunosupresores tienen como función debilitar el sistema inmunitario del paciente, para reducir el riesgo de que el cuerpo rechace el órgano trasplantado. Es más complejo que un sistema inmunológico débil combata una infección que uno sano.
La pandemia del COVID-19 impactó negativamente los trasplantes: las listas de espera cada vez son más largas. El mensaje es que la donación de órganos es importante, es necesaria y preserva la vida. Por eso, si usted quiere ser donante, manifiéstelo en vida, socialícelo con su familia. Donemos órganos, donemos sangre, donemos vida.
InfoSCARE: Desde la práctica clínica, ¿cómo se puede enfrentar la disminución de órganos en Colombia?
DZ: Esa es una pregunta interesante, pero muy difícil de responder,y la única manera de enfrentar esta nueva pandemia de disminución de órganos es a través de la educación.
Hay que fomentar desde la academia y la práctica, campañas educativas que estimulen la donación, como una muestra de solidaridad y humanidad. La donación es un acto voluntario, por medio del cual una persona en vida o la familia de un fallecido por muerte encefálica, consienten la extracción total o parcial de un órgano funcional, con el fin de ayudar a otras personas a mejorar su calidad de vida, como un acto de generosidad y altruismo. Adicionalmente, hay que desmitificar el rechazo a los centros de trasplantes: es totalmente falsa la premisa de que un órgano enriquece al hospital o a los médicos que intervienen. “Uno no puede pagar por un órgano, nadie paga para recibir un riñón o un hígado, eso solo se agradece”.
Son los medios de comunicación, los médicos y los pacientes los encargados de ser voceros de este mensaje de amor: “Ser generosos convierte en inmortales a los donantes, porque son los únicos capaces de dar vida después de la muerte”.
En Colombia, por ejemplo, la Ley 1805 de 2016 estipula que todos los colombianos somos donantes de órganos obligatorios, a no ser que en vida se oponga al proceso de extracción y manifieste formalmente lo contrario ante el Instituto Nacional de Salud. Con esta ley se busca atender la demanda de las listas de espera y aumentar la presunción legal de donación a las personas que fallezcan. No obstante, eso de que todos somos donantes por ley en teoría suena muy bien, pero en la práctica no aplica.