ISSN-e: 2745-1380

Anestesia rural y voluntariado: entre la vocación y los desafíos de trabajar con lo mínimo

Garantizar una anestesia segura en los territorios más apartados del país sigue siendo uno de los retos más grandes de la medicina colombiana. Infraestructura incompleta, limitaciones de insumos, escasez de personal y dificultades logísticas que van desde el transporte aéreo hasta la imposibilidad de evacuar pacientes en condiciones críticas. Aun así, cientos de profesionales continúan aceptando el reto de llevar sus servicios a zonas rurales, comunidades indígenas y escenarios de posconflicto.

Durante el conversatorio “Anestesia rural y voluntariados: ¿qué se necesita para que sea de calidad?” organizado por la Sociedad Colombiana de Anestesiología y Reanimación S.C.A.R.E. ymoderado por el Dr. Hans García, especialista en anestesia cardiovascular y torácica; anestesiólogos con experiencia en brigadas, zonas remotas y medicina táctica compartieron sus aprendizajes y reflexiones sobre cómo sostener la seguridad del paciente cuando los recursos escasean. Participaron el Dr. César Bermejo, anestesiólogo con amplia trayectoria en Guaviare y Casanare; el Dr. Rafael Turriago, anestesiólogo voluntario de la Patrulla Aérea Civil Colombiana; y el Dr. Henry de la Barrera, reconocido por su trabajo logístico y clínico en hospitales móviles del Ejército Nacional.

Infraestructura frágil, equipos insuficientes y personal limitado: la realidad rural

El Dr. César Bermejo abrió el panel con un diagnóstico claro: “La mayoría de instituciones rurales no cumplen los estándares óptimos de salas de cirugía, pero la necesidad obliga a operar”. En su experiencia en San José del Guaviare y Yopal, el anestesiólogo ha visto cómo la infraestructura, aunque necesaria para garantizar seguridad, suele ser la primera gran barrera. A esto se suma la disponibilidad de equipos. Hace unos años, relató, “o tenías capnografía o tenías oximetría, pero no las dos”. Hoy existe mayor facilidad para adquirir monitores completos a precios accesibles, pero aún no llegan con la rapidez ni la regularidad necesaria a zonas remotas.

La disponibilidad de medicamentos también ha mejorado con la liberación de patentes, lo que permitió acceder a inductores y relajantes musculares más económicos. Sin embargo, las rutas de abastecimiento siguen siendo frágiles, especialmente cuando se presenta escasez nacional. Pero quizá el desafío más crítico para la anestesia rural es la falta de personal entrenado. En algunos departamentos, un solo anestesiólogo debe cubrir turnos extendidos, urgencias y cirugías programadas: “Llegué a trabajar 15 días seguidos como único anestesiólogo del hospital. Si yo me enfermaba, la institución se paralizaba”, recordó el Dr. Bermejo.

Seguridad del paciente: el principio que no se puede negociar

Ante ese panorama, los expertos fueron contundentes: las condiciones mínimas para garantizar seguridad no son negociables, incluso en voluntariados o brigadas. El Dr. Turriago explicó cómo la Patrulla Aérea, que empezó con equipos muy básicos, logró evolucionar hasta funcionar como un hospital de segundo nivel transportable con más de tres toneladas de insumos y tecnología: “Si en Bogotá no aceptaríamos operar sin ciertos dispositivos, tampoco deberíamos hacerlo en las brigadas”.

El Dr. de la Barrera reforzó este punto con ejemplos reales de escenarios tácticos y de guerra: hospitales improvisados en carpas, suelos inestables, limitaciones para transportar oxígeno o anestésicos volátiles debido a regulaciones aéreas. “Si no llevaba lo necesario, simplemente no lo tenía. Y un error nos enseñaba qué debía estar en la lista mínima para la próxima misión”, afirmó.

De esas experiencias surgieron elementos hoy obligatorios en brigadas y operaciones móviles:

  • Listas de chequeo rigurosas.
  • Verificación previa y posterior a cada misión.
  • Análisis de lecciones aprendidas.
  • Protocolos de seguridad alineados con estándares internacionales.
  • Trabajo en equipo y comunicación permanente.

Pese a las limitaciones, todos los expertos coincidieron en un punto: el recurso humano colombiano es altamente capacitado y comprometido. Tanto por vocación como por formación. El Dr. Bermejo destacó que su supervivencia profesional en Guaviare dependió del equipo: “El instrumentador me ayudó a intubar en una vía aérea crítica. El personal técnico siempre estuvo dispuesto, aun en madrugadas”.

En las brigadas, agregó el Dr. Turriago, el trabajo en equipo se vuelve el principal pilar de seguridad: enfermeras voluntarias experimentadas, comunicación efectiva con autoridades locales y apoyo aéreo para evacuaciones cuando se requieren. Las habilidades no técnicas, liderazgo, adaptabilidad, comunicación y trabajo coordinado, resultan tan importantes como conocer el uso del ecógrafo o dominar la vía aérea difícil. “El anestesiólogo debe participar en la planeación logística, no solo llegar a la sala”, advierte el Dr. de la Barrera.

Emergencias en zonas remotas: cuando no hay a dónde evacuar

En muchos escenarios rurales o de combate, evacuar a un paciente crítico no es una opción inmediata. Las condiciones climáticas, la disponibilidad de aeronaves y la seguridad territorial pueden retrasar el traslado más de 24 horas. En esos casos, los quirófanos se convierten en unidades de cuidados intensivos improvisadas, y el anestesiólogo debe asumir un rol ampliado como intensivista temporal. “El miedo no es operar, sino preguntarse: ¿qué hago si se complica y no puedo evacuarlo?”, relató el Dr. de la Barrera.

Por eso los expertos insisten en:

  • Planeación estricta antes de cada jornada.
  • Triage quirúrgico según recursos reales.
  • Uso de ultrasonografía como herramienta esencial para decisiones rápidas.
  • Coordinación con autoridades locales para rutas de evacuación.
  • Simulaciones y entrenamientos en escenarios de alta complejidad.
  • Entrenamiento a equipos quirúrgicos  para el manejo de crisis.

Voluntariado: motivación que trasciende la técnica

Aunque los desafíos son enormes, el mensaje final de los conferencistas fue de motivación y esperanza. La anestesia rural y el voluntariado no solo transforman vidas: también transforman a quienes participan. Para el Dr. Turriago, sus experiencias en la Patrulla Aérea son “lo más gratificante de la vida”. Para el Dr. Bermejo, trabajar en Guaviare le enseñó el valor de la adaptación. Y para el Dr. de la Barrera, cada misión dejó una marca y una enseñanza que fortaleció su visión de la seguridad del paciente. Las comunidades rurales, incluyendo poblaciones indígenas, agradecen profundamente este trabajo, y la comunicación suele fluir con la ayuda de líderes locales e intérpretes cuando es necesario.

¿Qué se necesita para que la anestesia rural sea realmente de calidad?

Los expertos coinciden en cinco pilares:

1. Condiciones mínimas de seguridad: Equipos completos, insumos suficientes, monitores funcionales y medicamentos disponibles.

2. Planeación logística rigurosa: Listas de chequeo, validación previa de insumos, rutas de evacuación y roles definidos.

3. Trabajo en equipo y liderazgo clínico: Comunicación clara, asignación de tareas y fortalecimiento de habilidades no técnicas.

4. Capacitación continua: Certificaciones BLS, ACLS, PALS, entrenamiento en vía aérea difícil, ultrasonografía al lado del paciente (POCUS) y manejo de crisis.

5. Vocación de servicio: La motivación personal y el sentido social impulsan a los profesionales a continuar.

Colombia sigue necesitando anestesiólogos comprometidos en zonas apartadas, en hospitales de baja complejidad y en brigadas humanitarias. El camino está lleno de desafíos, pero también de aprendizajes, crecimiento profesional y experiencias transformadoras. En cada brigada, en cada sala improvisada y en cada comunidad que espera una oportunidad de atención, la anestesia rural demuestra que la medicina va más allá de la técnica: es presencia, humanidad y servicio. Los desafíos seguirán siendo enormes, pero también lo es la capacidad de transformar vidas con un solo acto de voluntad.

Si deseas aportar desde tu conocimiento, hoy existen iniciativas consolidadas que te permitirán participar en misiones humanitarias de manera segura y organizada. Operación Sonrisa Colombia, dedicada a llevar cirugías reconstructivas a poblaciones vulnerables, y la Patrulla Aérea Civil Colombiana, con décadas de experiencia en brigadas aéreas a territorios remotos, ofrecen programas de voluntariado activos para profesionales de la salud. Estos espacios representan una oportunidad real para vivir la medicina desde su esencia más humana y convertirse en la diferencia que una comunidad ha esperado por años.

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