Hace pocos días recibí una llamada de un colega que me preguntaba por un nuevo medicamento que se promocionaba para sedación en procedimientos ambulatorios realizados por no anestesiólogos. Por su nombre, asumí que se trataba de un anestésico inhalado. Al revisar rápidamente la literatura, encontré que se trataba de un fármaco que había sido retirado hace décadas por toxicidad renal y hepática, y que ahora volvía al mercado con una nueva formulación y un enfoque diferente. Este hecho me llevó a reflexionar sobre los riesgos de olvidar la historia farmacológica y ética detrás de los medicamentos que regresan con nuevas indicaciones.

El metoxiflurano reapareció en la práctica clínica no como anestésico, sino como analgésico inhalado de uso limitado en escenarios de trauma y atención prehospitalaria.(1,2)Su reintroducción se centró en ofrecer una alternativa de alivio rápido del dolor en pacientes conscientes, especialmente en servicios de urgencias y atención extrahospitalaria, bajo supervisión médica. Este enfoque, implementado inicialmente en Australia y posteriormente adoptado en Europa y Canadá, buscaba sustituir o reducir la necesidad de analgesia intravenosa basada en opioides, particularmente en contextos donde el acceso venoso o la monitorización avanzada no es viable. Basado en su perfil farmacológico y en los desenlaces obtenidos en estos escenarios, su uso ha comenzado a extenderse hacia algunos procedimientos ambulatorios, no como agente sedante principal, sino como coadyuvante en el manejo del dolor.(3) Esta ampliación de su aplicación clínica requiere cautela, ya que la línea entre analgesia y sedación no solo depende de la dosis, sino también de las condiciones del entorno y de la competencia profesional de quien la administra.
Una revisión rápida del Canadian Agency for Drugs and Technologies in Health (CADTH, 2024)(4) concluyó que el metoxiflurano es una opción factible para el alivio del dolor en procedimientos breves bajo supervisión médica, con un perfil de seguridad aceptable y una recuperación rápida, pero con evidencia aún limitada para respaldar su uso fuera de los servicios de urgencias o prehospitalarios. De igual manera, estudios como el MEDITA, STOP! e InMEDIATE, y el metaanálisis de Zaki et al.(1),coinciden en que la frecuencia de eventos adversos oscila entre 10% y 26%, siendo en su mayoría leves, autolimitados y sin repercusión clínica significativa. Los síntomas más frecuentes incluyen mareo (3–6%), cefalea (3–4%), náusea (2–8%) y euforia leve (1–3%), con resolución en los primeros 30 minutos tras la suspensión. No se reportaron casos de depresión respiratoria, hipoxia o alteraciones hemodinámicas graves, incluso en pacientes con comorbilidades respiratorias estables. Sin embargo, los algoritmos clínicos de manejo con metoxiflurano, como los propuestos para analgesia prehospitalaria y en urgencias, contraindican su uso en pacientes con inestabilidad hemodinámica o alteración del nivel de conciencia, dado que el fármaco es de autoadministración y su eficacia y seguridad dependen de que el paciente conserve reflejos protectores y ventilación espontánea.(1)

Recientemente, una revisión narrativa (5) describió el interés emergente por su aplicación como coadyuvante analgésico en dermatología y medicina estética, argumentando su perfil de rápida acción, corta duración y facilidad de uso. Sin embargo, la evidencia disponible se limita a extrapolaciones de estudios en trauma o procedimientos menores, sin ensayos clínicos controlados en estos nuevos contextos. Por tanto, su utilización en entornos ambulatorios debería entenderse únicamente como un apoyo analgésico complementario, no como un sustituto de la sedación o anestesia controlada.
El dilema ético y profesional

La anestesia, en cualquiera de sus formas, no es un procedimiento técnico sino un acto médico integral que exige juicio clínico, capacidad de respuesta inmediata y formación avanzada. Promover el uso del metoxiflurano (medicamento analgésico) como alternativa para sedación segura y económica en consultorios de dermatología, odontología o cirugía plástica constituye una trivialización del acto anestésico y, por tanto, una vulneración del principio ético de primum non nocere. En Colombia, la Sociedad Colombiana de Anestesiología y Reanimación (S.C.A.R.E.) establece que toda sedación fuera del quirófano debe ser idealmente realizada por anestesiólogos, bajo monitoreo continuo y con capacidad de manejo avanzado de la vía aérea (6). Ignorar estas disposiciones no solo pone en riesgo la vida del paciente, sino que erosiona las fronteras de la responsabilidad profesional y desprotege el acto médico.
Hay un aspecto menos visible pero profundamente ético: el impacto ambiental. El metoxiflurano, al igual que el óxido nitroso y otros halogenados, contribuye al efecto invernadero y al agotamiento de la capa de ozono. (7)En un momento en que las sociedades científicas impulsan estrategias de anestesia verde y reducción de gases contaminantes, la reintroducción de este compuesto representa un retroceso en la sostenibilidad.(8) Cada acto anestésico tiene una huella ambiental medible. Promover un gas volátil que combina riesgos clínicos, incertidumbre toxicológica y potencial contaminante contradice los esfuerzos globales por lograr una práctica médica más ecológica. La sostenibilidad, en este contexto, es también un imperativo ético: proteger al paciente implica también proteger el entorno que garantiza su salud.
Hacia una posición institucional y multidisciplinaria

El debate sobre el metoxiflurano no debe abordarse desde el miedo, sino desde la evidencia y la colaboración interdisciplinaria. Las sociedades científicas de anestesiología, cirugía plástica, dermatología y odontología deben establecer una posición conjunta y pública que: aclare que el metoxiflurano no es un agente de sedación ni anestesia, sino un analgésico inhalado de uso limitado; defina protocolos claros de indicaciones, contraindicaciones y monitoreo básico; restrinja su aplicación a contextos institucionales con capacidad de respuesta ante emergencias; exija programas formales de capacitación y certificación para quienes lo administren; y evalúe su impacto ambiental y sus implicaciones en salud pública. La educación y la comunicación científica transparente son la mejor defensa frente a la desinformación y el uso inadecuado de nuevos (o antiguos) fármacos.
El metoxiflurano representa más que el regreso de un anestésico: es un espejo que refleja la tensión entre innovación y memoria. No basta con reducir la dosis para eliminar los riesgos de un fármaco que alguna vez fue retirado por toxicidad. Tampoco es ético obviar su potencial contaminante en una era de responsabilidad ambiental. Reintroducirlo en la práctica médica sin un marco ético, regulatorio y científico claro equivale a reabrir una puerta que la historia ya había cerrado por razones válidas. El verdadero progreso en anestesia no consiste en revivir viejos agentes, sino en avanzar hacia prácticas más seguras, sostenibles y centradas en el paciente. La anestesia moderna se construyó sobre la prudencia, y esa prudencia es hoy más necesaria que nunca. Porque la innovación sin memoria puede volverse, una vez más, una forma elegante de repetir errores antiguos.

Referencias:
1. Zaki H, Türkmen S, Azad A, Bashir K, Elmoheen A, Shaban E, et al. Clinical assessment and risk stratification for prehospital use of methoxyflurane versus standard analgesia in adult patients with trauma pain. Vol. 23, Turkish Journal of Emergency Medicine. Wolters Kluwer Medknow Publications; 2023. p. 65–74.
2. Antonio SM, Sossio V, Germana S, Giuseppe R, Gianfilippo C, Fabio G, et al. Analgesic Efficacy, Practicality and Safety of Inhaled Methoxyflurane Versus Standard Analgesic Treatment for Acute Trauma Pain in the Emergency Setting: A Randomised, Open-Label, Active-Controlled, Multicentre Trial in Italy (MEDITA). Available from: https://doi.org/10.6084/
3. Sairally BZF, De Silva PM, Smith P, Clark TJ. Inhaled methoxyflurane (Penthrox) use in the outpatient and ambulatory setting: a systematic review. BMJ Open. 2025 Feb 17;15(2).
4. Canadian Agency for Drugs and Technologies in Health. CADTH Health Technology Review [Internet]. [cited 2025 Oct 12]. Available from: https://www.cda-amc.ca/sites/default/files/pdf/htis/2024/RC1545%20Methoxyflurane%20Inhalation%20as%20Analgesic%20for%20Minor%20Procedures.pdf
5. Johnston L, Poelman S, Barankin B, Yadav G, Rao J, Metelitsa A. Inhaled Analgesia in Dermatologic Settings: A Comprehensive Overview of Methoxyflurane. Skin Therapy Lett. 2024 Sep;29(5):1–9.
6. Sociedad Colombiana de Anestesiología y Reanimación. Recomendaciones sobre administración de sedación fuera del quirófano en Colombia [Internet]. 2023 Dec [cited 2025 Oct 12]. Available from: https://scare.org.co/wp-content/uploads/Recomendacionesenero29_2020.pdf
7. Lloyd P, Fowler AJ, Wozniak A, Rattenberry W, Scott S, Tripurneni V, et al. Environmental impact of commonly used anaesthetic agents: systematic literature review with narrative synthesis. Vol. 13, BJA Open. Elsevier B.V.; 2025.
8. Furlan L, Di Francesco P, Del Marco P, Fumagalli J, Abbruzzese C, Grasselli G. Anesthetic gases environmental impact, anesthesiologists’ awareness, and improvement opportunities: a monocentric observational study. Vol. 4, Journal of Anesthesia, Analgesia and Critical Care. BioMed Central Ltd; 2024.